Colombia Indignada
- L.E. SABOGAL
- 17 jun 2021
- 1 Min. de lectura

Aquí todos vivimos indignados o cabreados como suele decirse popularmente. Se ejerce sobre nosotros todo tipo de violencias: física, política, económica, de género, de raza y un largo etcétera. No faltan razones para la indignación y la protesta.
Las marchas y concentraciones de ciudadanos en el espacio público son un derecho y una forma de resistencia civil para hacer visibles los problemas que nos afectan. Un gobierno democrático está obligado a escuchar, es la esencia del sistema. Y debe ser capaz de resolver oportunamente los problemas.
De nada sirve la represión contra la protesta pacífica pues esto solo logra que la indignación obtenga más apoyos. En el mismo sentido la violencia vandálica solo logra la respuesta legítima del Estado y la condena social. El anticuado concepto marxista sobre la violencia como partera de la historia está mandado a recoger refutado por los propios hechos históricos. Son muchos los movimientos pacíficos que han triunfado en todo el mundo sin sufrir revoluciones violentas para establecer sociedades justas y armoniosas.
En la historia reciente de Colombia, por ejemplo, la iniciativa de la Séptima Papeleta surgió del movimiento estudiantil y logró la convocatoria de la Asamblea Constituyente que promulgó la vigente Constitución Política.
Razones tenemos para la indignación, pero avancemos. En una sociedad democrática no debe haber vencedores ni vencidos, pues como dijo alguien muy sabio “ Debe resultar vencida la injusticia, no las personas”.






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