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EL LENGUAJE COMO ARMA DE DOMINACIÓN

  • L.E. SABOGAL
  • 28 jul 2024
  • 4 Min. de lectura

En el mundo de hoy dominado por las interacciones en las redes sociales y por la supremacía del algoritmo sobre nuestras percepciones y opciones de vida, por la preminencia de las noticias falsas (fake news), y por el uso del lenguaje de manera abusiva y agresiva, he vuelto a revisar 1984 la obra de George Orwell (publicada en 1947) que de manera anticipada y casi profética describió un mundo distópico en donde un estado totalitario se imponía de forma aplastante basado principalmente en la manipulación lingüística.



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Orwell no desconocía evidentemente las teorías del lenguaje anteriores y contemporáneas a su época (Humboldt, Sapir-Worf), interpretadas erróneamente y explotadas para concluir en determinismos y relativismos sobre la función del lenguaje. Ya en su artículo sobre La política y el idioma inglés, advertía cómo el lenguaje influye en el pensamiento que a su vez influye en la política, lo que sin duda era aprovechado perversamente por los gobiernos totalitarios para ganar y retener el poder. Su novela es un ejemplo absoluto de cómo vaciar de contenido las palabras inconvenientes para el gobernante, de crear otras nuevas con el mismo propósito, de cambiar los hechos objetivos por falsedades que luego se convierten en la única realidad, incluida la Historia misma. La llamada neolengua de uso obligatorio en Oceanía (país ficticio) es un modelo completo de lavado de cerebro mediante la manipulación del lenguaje al cual estaría sometida la totalidad de la población.


Los lemas del Partido no podrían ser más falsos y engañosos: LA GUERRA ES LA PAZ, LA LIBERTAD ES LA ESCLAVITUD, LA IGNORANCIA ES LA FUERZA. Su interpretación da para la más terrible de las opresiones, la tortura llega hasta el punto de borrar para siempre la memoria del pasado y de eliminar cualquier rasgo de objetividad para ceder su lugar a la adoración del gobernante (El Gran Hermano).


Algunos ejemplos de neolengua en 1984 dan muestra del grado de aberración lingüística del régimen: Crimental, el peor de los crímenes, tener pensamientos contrarios al Partido.


Caracrimen, ver en el rostro de las personas cuando se oponen al Partido.


Piensabien, creer siempre en la verdad del Partido.


Piensabien, creer siempre en la verdad del Partido.


Los casos reales saltan a la vista en cada nación sometida hoy por autócratas y dictadores: Putin es el gran maestro del doble lenguaje utilizado para sostener su poder: la guerra contra Ucrania sería “tareas de mantenimiento de la paz”, “la desnazificación de ese país” (¡gobernado por un judío!); Hitler y la retórica del nacional socialismo con “la solución final”, y la comparación permanente de los judíos como animales abyectos. Y los populistas de extrema derecha y de extrema izquierda como D. Trump, cuyo lenguaje trata de asesinos y violadores a los inmigrantes, y hoy pretende despreciar a K. Harris por ser mujer llamándola female, término común para las hembras del reino animal; Bolsonaro y Maduro que tratan de “ratas” y de “fachos” a los adversarios políticos; los autollamados progresistas que también utilizan los  términos ya mencionados  y buscan exaltar sus “logros” con términos rimbombantes con palabras como “histórico”, “único”, “extraordinario”, y para quienes el líder llega a ser considerado “el mejor presidente del mundo”, “el líder universal”, etc.


La Colombia de hoy no es ajena a la manipulación abierta por parte del gobernante y de sus seguidores, bandas completas de expertos en mentir, calumniar y agredir verbalmente a los opositores mediante las redes sociales son la nueva modalidad del ejercicio de la política bajo el amparo del anonimato; y un presidente que gobierna a través de X (Twitter) en donde emite falsedades y agravios que nunca son corregidos y que sus seguidores creen (¿?) como verdades incontrovertibles. El doble lenguaje que caracteriza al gobernante solo es otra muestra de su desprecio por las instituciones democráticas y la oposición y se oculta entre lemas como la Paz Total, (en un país asediado por la violencia), y los llamados a un Acuerdo Nacional (mientras insulta y agrede a quienes no lo siguen).  Se intenta reescribir la historia para ensalzar las “luchas revolucionarias” de unas guerrillas fracasadas y sin apoyo popular, ondean sus banderas en lugar del símbolo patrio, se truecan los símbolos de la nación por los fetiches revolucionarios y se trata de imponer el lenguaje inclusivo y políticamente correcto apropiado para “el cambio” que pregona el oficialismo. 


En 1984 de Orwell la manipulación era una decisión consciente del Partido en el poder, (y se trataba de una ficción posible), pero hoy en día en la época de manejo masivo de las comunicaciones y de la información sin filtros, el uso del lenguaje sumado al ilimitado volumen de conocimiento disperso se ha puesto al servicio del poder alimentando (vaya paradoja) la ignorancia, la intolerancia y el totalitarismo.




El día del orgullo.


Diré los siguiente con el mayor respeto.


Cada año se celebra El Día del Orgullo para festejar los logros de las personas LGBT en cuanto a sus luchas para alcanzar el reconocimiento civil y legal de derechos específicos. Avances que me parecen plausibles para superar viejos paradigmas y situaciones de maltrato que siguen siendo un desafío.


Las marchas o desfiles conmemorativos, sin embargo, se han convertido en fiestas donde las personas se muestran de forma exagerada y en ocasiones agresiva hacia los desprevenidos observadores, despertando rechazo en lugar de aprobación y apoyo. No hace falta montar un espectáculo circense para recibir el respeto que merecen como seres humanos dignos de aprecio y consideración como cualquier persona.  

 
 
 

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