LOS NUEVOS PIRATAS, Y ALGO MÁS
- L.E. SABOGAL
- 25 mar 2024
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 27 mar 2024
La aparición de la novela póstuma de Gabriel García Márquez, “En agosto nos vemos” hace una semana, me ha confrontado sorpresivamente con un asunto del que había escuchado noticias pero al que no le había prestado atención: la piratería de libros. El libro en mención que cuesta en las librerías 65 mil pesos COP ya se vende en las calles a 30 mil (o menos, según la negociación) ¡tan solo a una semana de haber sido publicado!

El tema no es nuevo, por supuesto, comenzó hace más de treinta años con la fotocopia de documentos de todo tipo, y de artículos y textos de consulta para estudiantes; ante lo cual, nadie pareció notar la ilegalidad del asunto, más aun cuando se trataba de “alentar la investigación” y de “abaratar los costos” de los estudiantes. A todos nos pareció una práctica apropiada, sin mayor reflexión. Primer pecado grave.
Con los avances de la tecnología hoy en día cualquiera puede bajar de internet sin pagar un centavo por los derechos de autor libros enteros, canciones, películas, y todo lo que aparezca en las plataformas digitales sin preocuparse en lo más mínimo por la ilegalidad del asunto. A todos les parece un buen negocio y no le ven ningún problema. Y seguimos en pecado mortal.
La preocupación por el tema surge de mi proyecto actual de publicación para que mis novelas alcancen al gran público, como es el deseo de todo escritor. Algunos pensarán que no debería preocuparme pues solo se piratea a los grandes escritores de éxito, pero no hay nada más equivocado, en esta trampa cae cualquier escrito que pueda tener alguna difusión, y los que compran de buena fe o por ignorancia lo hacen sin pensar en las consecuencias de esta falta de ética.
En efecto, la Cámara Colombiana del Libro estima que en un año la piratería produjo pérdidas al sector editorial por 189 mil millones en el país, afectando toda la cadena legal del libro que incluye a miles de empleados, editoriales y librerías legalmente establecidas y distribuidores, sin contar con el elemento esencial de la publicación: el escritor, que deja así de percibir los ingresos a que tiene derecho por su actividad intelectual. Es decir, la piratería de libros impacta gravemente a un importante sector de la productividad nacional afectando no solo las finanzas privadas, sino también las del estado que deja así de percibir montos importantes en razón de la evasión de impuestos.
No podemos ser indiferentes ante esto. Próximos a celebrar los días santos del cristianismo, se me ocurre (atrevidamente) que la Iglesia podría aprovechar las tumultuosas aglomeraciones con motivo de las misas de jueves, viernes, sábado y domingo para recordarles a los fieles la obligación cristiana de observar con celo el cumplimiento de los mandamientos divinos. Todos, y especialmente los relacionados con el amor al prójimo y la rectitud moral, (no robarás) pues su violación se toma como una ofensa a Dios. ¡Cuánto cambiaría nuestro país si se cumplieran siquiera estas simples normas!
El remedio a este mal entonces, parece fácil; he aquí dos propuestas de sentido común para acabar con la piratería de libros.
1. El más obvio, no comprar libros piratas (en la calle, en librerías dudosas).
2. El gobierno puede regular o controlar el precio de los libros, particularmente de los libros escolares. O proveerlos gratuitamente.
En suma, la solución está en las manos de las gentes honestas, de aquellas que respetan ante todo (para seguir a tono con la semana santa) la sentencia bíblica de “no hacer a otro lo que no quieres que te hagan a ti”.
Tiempo extra.
He visto siempre con admiración los importantes logros de Israel en todos los ámbitos de la ciencia y la cultura, así como el valor que muestra al enfrentarse a la adversidad. La agresión terrorista de Hamas no justifica, sin embargo, a mi modo de ver, el ataque indiscriminado y la destrucción de la Franja de Gaza, no se vence así al terrorismo, el Mossad lo sabe muy bien. La guerra actual se ha convertido hoy en una agresión contra el pueblo palestino que debería ser protegido por el Derecho Internacional Humanitario.
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