MARIO MENDOZA, VIVIR COMO EN UNA NOVELA
- L.E. SABOGAL
- 10 jul 2023
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 10 jul 2023
No es un ensayo ni una suma de varios de estos, tampoco es una autobiografía aunque en su libro LEER ES RESISTIR podamos ver en cuerpo y alma al escritor. Se trata más bien de una serie de reflexiones propias sobre lo que significan para el autor la lectura y la escritura en su momento de mayor madurez artística, un relato honesto y profundo de sus obsesiones creativas, de su postura vital, sin caer en la pretensión teórica ni en el deseo de mostrarse como un ejemplo de escritor realizado.

Tampoco es un manual de análisis literario, ni una guía del buen lector o escritor, pero las lecciones están aprendidas, no en vano se trata de una vida dedicada a la lectura y a la búsqueda de lo que el autor llama las mutaciones creativas, es decir, el hecho de vivir muchas vidas diferentes cuando nos apropiamos de un personaje y de su historia, cuando la vivimos como si fuera propia, cuando sufrimos con sus desgracias y gozamos con sus aventuras: “Ingresamos en un libro para encarnar en otros individuos, para meternos dentro de ellos, y vivir sus vidas”.(p.16)
En Leer Es Resistir transitamos por la vida de muchos personajes, reales y ficticios, por historias que bien podrían ser producto de la imaginación desbordante de Mendoza, de la persistencia creativa que mantiene al escritor maquinando, tramando, urdiendo y construyendo nuevos mundos frente a cualquier acontecimiento importante o banal, no importa, cualquier situación real tiene méritos para ser contada transformada por una imaginación prodigiosa. La realidad y la ficción entrelazadas en la mente creativa, la vida copiando a la literatura y viceversa, “…como si estuviéramos dando vueltas a través de un laberinto circular”. (p. 215)
Yo he leído fascinado este libro como si fuera una novela, con la emoción de estar presenciando una historia de aventuras, con la devoción de un aprendiz adolescente, con el bombillo prendido desde el comienzo hasta el final. Aproximadamente quince años atrás había llegado a mis manos Satanás, me lo había prestado uno de mis alumnos de español y literatura de bachillerato que quería mi opinión sobre un libro que le parecía fantástico. En esa época hacía mis clases siguiendo el canon literario pero permitía que los estudiantes escogieran para comentar cualquier libro de su interés, sin limitaciones, así pude disfrutar de nuevos autores y nuevas narrativas que no habría podido conocer en el ambiente académico tradicional.
Pasadas las primeras páginas estuve a punto de desistir, me parecía tedioso y sin fuerza pero intuía que lo importante estaba por venir (por algo habría ganado un premio literario) y así fue, las historias entrelazadas de los protagonistas pronto me atraparon y el novedoso estilo mezcla de diálogos realistas, de escenas de violencia y de gran crudeza, así como el deseo de saber de qué forma se fundirían al final me atraparon sin descanso. Admito sin embargo que no me convertí de inmediato en un fan del autor, he leído por supuesto entrevistas, fragmentos de sus obras, y he visto algunos de los cómics en los que participa como autor y guionista.
Hoy las cosas son diferentes, también he querido convertirme en escritor, también me siento como el mutante mendoziano al leer y escribir, me he lanzado en el maravilloso y profundo pozo sin fondo de la imaginación, me anima un deseo incomprensible de comunicar, de crear un mundo propio, de cambiar el mundo con mis historias.
Pero tal como lo muestra Mendoza este no es un camino fácil, se requiere sacrificio, dedicación, método y disciplina. No precisamente para ser exitoso desde un punto de vista práctico, sino para ser leído, pues como se sabe sin lector no hay escritor, solamente cuando tu trabajo llega a otras personas te conviertes en escritor, largo y difícil camino. Pues bien, fue precisamente mi hijo menor, un hombre joven, quien me obsequió Leer es resistir en el día del padre. -Toma, me dijo, para que te inspires. Y aquí estoy, nuevamente inspirado y lleno de motivación gracias a este libro.
Pero volvamos al texto para redondear las ideas. ¿RESISTIR-se a qué?
Leer es Resistir a la ignorancia que oprime y esclaviza, a la sociedad de consumo, a la ambición exagerada, a la falta de imaginación creativa, resistirse a la violencia. “Leer es un grito de emancipación, una revolución silenciosa que avanza un paso cada vez que un nuevo lector abre un libro”. (p.96).
De la misma forma escribir sería también un acto revolucionario. Así las grandes obras literarias, aquellas que han transformado nuestras vidas y nuestras ideas, aquellas que nos han inspirado para ser mejores o para comprender y aprender, aquellas que nos han hecho felices, han sido en algún momento perseguidas y censuradas, o prohibidas con justificaciones absurdas pero nunca han sido olvidadas por completo pues, interpretando al autor, no hay nada más revolucionario que la imaginación.
Leemos, entonces “…para ser otros, para salir de la cárcel del yo, de la identidad, y en consecuencia aventurarnos a cambiar el mundo que nos circunda”. (p. 329). Y a su vez, escribimos para cambiar el mundo, el mundo real, “la dinámica de la vida”, buscamos historias con “…una escritura pegada a la vida, inmersa en el gozo y el dolor de la vida, contaminada de pasiones, piel, sudor y contradicciones.”
Leer es resistir porque la lectura nos confiere un gran poder, nos transforma y nos hace mejores, nos da las herramientas necesarias para ver el mundo a través de los demás, nos hace tolerantes y abiertos a nuevas ideas y nuevas situaciones, nos permite, por último, salvarnos “…en grandes momentos de adversidad”.






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