Mi Proceso Creativo
- L.E. SABOGAL
- 5 ago 2021
- 2 Min. de lectura

Esta no es una clase magistral de teoría literaria, ni un compendio de clichés sobre la escritura, me limitaré a hablar de mi limitada experiencia como escritor, hablaré de la gestación de “Los límites del Segundo” y de mi comprensión acerca del acto de escribir.
Para comenzar les adelanto que tengo terminada una nueva novela y que actualmente avanzo en una tercera, la inspiración se ha incrementado con la práctica diaria de escribir. Así que puedo iniciar constatando un hecho: el proceso creativo sigue algunos pasos que son comunes a muchos escritores, algunos jóvenes afirman incluso seguir al pie de la letra lo aprendido en los cursos de creación literaria.
Comencé a escribir por necesidad, con los años sentí el impulso vital de contar cosas, experiencias, puntos de vista que se fueron convirtiendo en verdaderos relatos. Fui profesor de literatura durante algunos años, conozco, como es de esperar, la obra y el estilo de muchos autores, basado en mi experiencia consideré que mis escritos eran legibles, literariamente aceptables, y continué.
Tenía una historia, elaboré un esquema, unos personajes, una idea para comenzar y el final del relato, lo más difícil de decidir fue el “punto de vista” y el tono de la obra, cuando tenía todo claro comencé; de pronto no podía parar, la inspiración me desbordaba con la práctica diaria de la escritura, escribí sin descanso durante varios meses, algunos días hasta seis horas.
Considero el arte de escribir como una obra de artesanía: (esto tal vez lo han dicho ya) el escritor le da forma a una nueva realidad, la moldea, escoge las palabras, las expresiones apropiadas para cada momento, la forma de los diálogos, el relato omnisciente o subjetivo, investiga. La creación, al menos en mi caso, no surge “ex nihilo”, aunque ficción, debe haber coherencia, tener un fondo verosímil.
Cuando era profesor admiraba los escritos de algunos de mis estudiantes, muy jóvenes, los envidiaba, ¿Cómo hacían para imaginar tales historias? Y los animaba a seguir escribiendo. Crear una historia sin una base de experiencia es casi un imposible para mí, sería mi mayor desafío.
Tengo la historia, el desenlace lo imagino desde el inicio y lo voy madurando mientras avanzo; dije antes que es una labor de artesanía, de dedicación, de disciplina. Solo cuando me propuse a trabajar con un horario diario, cuando asumí la tarea de escribir como un oficio, mi escritura comenzó a florecer. Me siento en mi puesto de trabajo, reviso y corrijo lo que escribí el día anterior y continúo. Las ideas surgen, se revelan a medida que escribo, me detengo para reflexionar; aun en mis momentos de descanso, cuando duermo, incluso mientras realizo mis rutinas de ejercicio, mi mente trabaja, me envía imágenes, frases, escenas, soy afortunado. El oficio de escribir es solitario, lo hago sin distracciones, sin música, no puedo trabajar con música, soy un melómano, la música la tomo como una actividad absorbente, única, no es una distracción de fondo.
Escribir es un acto vital que nos hace felices a muchos y que tiene un solo premio: disfrutar el placer de nuestros lectores, llegar a la mente y el espíritu, inspirar.






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