Qatar y Emiratos Árabes. Un vistazo al futuro posible.
- L.E. SABOGAL
- 25 nov 2024
- 8 Min. de lectura
Actualizado: 29 nov 2024
Mi admiración por la cultura árabe viene desde las enseñanzas de historia del colegio, cuando aún se enseñaba la historia del país y del mundo, con las hazañas de conquistas y la increíble creatividad y el ingenio de sus artistas y matemáticos. No se conocía entonces la importancia de la religión ni los preceptos que guiaban su comportamiento, ni mucho menos existía la amenaza del terrorismo que le achacan por estos días a algunos países árabes. Esta percepción persiste a los ojos de muchos por la intransigencia y el fanatismo de algunos seguidores del islam, que han llevado las enseñanzas del Corán al extremo de la violencia y la discriminación. Pero atención: no todos los musulmanes son árabes, ni es la religión la causante de la violencia. Por el contrario, en mi recorrido por algunos países de mayoría musulmana he podido constatar el valor de su cultura y la armonía de sus sociedades basada principalmente en sus principios religiosos.

No voy a detenerme en explicaciones de tipo teológico ni político en este breve artículo, no es mi propósito, quiero sí dejar constancia de mis observaciones de viajero con la aclaración de que prefiero concentrarme en la belleza de la Alhambra (herencia de la ocupación árabe), de la maravillosa arquitectura de las mezquitas y la exquisita ornamentación de palacios, o del misterioso secreto de las medinas y madrazas y el encanto milenario de los zocos, sin olvidar la amabilidad, la comida y la cálida acogida que se da a los visitantes en estos países. Mi más reciente visita me llevó a conocer por varios días Doha, Abu Dhabi, Dubai, y otros pequeños emiratos del oriente próximo, recorrido que me permitió reafirmarme en lo expresado anteriormente, con el agregado de vislumbrar el futuro posible y ojalá cercano que ofrece observar el rápido desarrollo de estos países. Es cierto que una condición indispensable para lograr los objetivos de crecimiento es contar con una economía próspera, lo que sin duda les ha proporcionado el petróleo y el gas, abundantes por muchos años y que los ha convertido en verdaderas potencias regionales. Pero el progreso no se logra por sí solo, como lo demuestra el caso de países ricos en recursos y pobres en desarrollo. Se requiere de una visión y objetivos precisos y alcanzables, planeación que solo es posible con la inteligencia y el compromiso de sus habitantes. La historia de estos dos países nos muestra cómo en menos de cuarenta años supieron aprovechar la bonanza para pasar de sociedades de nómadas pobres a conformar naciones organizadas y ricas que ofrecen toda clase de beneficios a sus ciudadanos y son ejemplo de convivencia.
Los menos optimistas me preguntarán sobre las condiciones de los inmigrantes (mayorías en el país), y del sistema de gobierno sin democracias de estilo occidental, pero lo cierto es que la mayoría de los habitantes, permanentes o flotantes, acceden a condiciones de vida de calidad que no tienen en sus países de origen. Tema de discusión.
Visitar Doha es como viajar al futuro, enormes autopistas, construcciones de arquitectura variada y espectacular, uniformidad de colores en las viviendas, organización y orden, y mucho aseo, característico de cada rincón en estos países. Se garantiza seguridad absoluta, aseguran que no existe el crimen y los escasos delitos que ocurren son castigados severamente. Las fuerzas de policía o de ejército son prácticamente invisibles como una muestra de la eficacia de las reglas sociales, lo mismo que sucede en los Emiratos Árabes.
Pero démosle un vistazo a lo que podemos encontrar en un viaje como este. Un sitio espectacular para visitar en Doha es la Ciudad Cultural de Katara, construida como un pequeño pueblo que reúne museos, mezquitas, espacios para diversión y conciertos, almacenes y restaurantes en un amplio espacio con vistas y playas frente al mar, lugar que es al mismo tiempo una expresión de las tradiciones de la cultura árabe.
De otra parte, el Museo Nacional de Qatar y el Museo de Arte Islámico respectivamente, dos joyas de la arquitectura mundial. El diseño del primero evoca la rosa del desierto de color blanco arena que se destaca por sus líneas ondulantes y superpuestas, y está dedicado a la historia del país; el segundo, construido en una isla artificial sobre la bahía del Golfo Pérsico, es una fusión maravillosa del arte islámico y la arquitectura moderna. Para resaltar, la espectacular pantalla circular del atrio que gira proyectando la luz sobre el espacio. Visitas obligadas.

No puede faltar la experiencia del paseo en las grandes 4X4 para divertirse con las peligrosas maniobras sobre las dunas y disfrutar del impresionante verde esmeralda de las aguas del Golfo que bordean el desierto. En una parada al mediodía se puede tomar un baño en las solitarias, pulcras y magníficas playas de aguas cristalinas y cálidas, además de un delicioso y abundante almuerzo de comida típica. Más tarde, visita al elegante centro comercial Villaggio donde se encuentra entre otras cosas la réplica (muy artificial) de los canales venecianos imitación del Venetian de Las Vegas. Allí, en Bacha Coffee probé el mejor café colombiano que jamás había degustado. (A propósito, es una lástima que en nuestra tierra del café sea muy raro encontrar uno bien preparado). Cena en el Torch con la vista de 360 grados de la noche catarí.
Otro sitio inaplazable para conocer es el Souq Waqif Heritage Market, construcción que evoca los antiguos zocos y que funciona igual que en siglos pasados como un mercado donde en sus callejuelas abigarradas se puede conseguir todo tipo de productos y comidas tradicionales. Para remarcar el estruendoso mercado de los pájaros y la venta y exposición de halcones, ave nacional de ambos países, apreciados y cuidados como un tesoro.
Vale la pena, finalmente, visitar La Perla, ciudadela residencial de extremo lujo destinada para residentes extranjeros y construida como un archipiélago artificial. Sus elegantes edificios y residencias sobre el mar están atravesados por pequeños puentes de estilo veneciano que le otorgan un aire cosmopolita. Una cena nocturna ofrecida en el tradicional Dhow permite observar el panorama nocturno de la ciudad desde el mar, final romántico para partir con un buen recuerdo de esta bella ciudad.
Luego de una hora y media en avión llegamos a Dubai en los Emiratos Árabes Unidos, país conformado por siete emiratos de los cuales esta ciudad y Abu Dhabi, la capital, son los más grandes y ricos. A diferencia de Qatar y su capital, ciudad eminentemente cultural y muy conservadora, Dubai está destinada principalmente al turismo por lo que tiene mucho movimiento y es visitada por grandes multitudes, aquí las restricciones culturales como la forma de vestir y la venta de alcohol (limitada a ciertos lugares) son menores.
Desde la llegada se aprecia la opulencia en todos los aspectos, como en Doha aquí todo resplandece como nuevo, los trenes, las construcciones, las vías; miles de edificios de corte muy moderno y diseños espectaculares atraviesan la ciudad en todas direcciones, los hoteles son de gran calidad y mucha ostentación. Los sitios turísticos y las atracciones son innumerables con características propias de su cultura como el zoco del Oro y el mercado de las especias y algunas mezquitas famosas (hay miles) como la de Jumeirah. La mayor fortaleza turística y cultural, sin embargo, son las construcciones modernas que atraen la admiración de todos. Las grandes superficies comerciales: el Dubai Mall y el Marina Mall que por sí mismas constituyen puntos de referencia, albergan sitios tan espectaculares como el Acuario y el Museo de Arte Moderno, las espectaculares fuentes con su espectáculo nocturno de luces y la vecindad del edificio Dubai Califa, considerado el más alto del mundo; así como la marina con su puerto para los lujosos yates de los ricos del mundo. Por cierto, los locales se ufanan de tener lo mejor del mundo, y de conseguir siempre lo mejor.

Entre las construcciones espectaculares me limitaré a mencionar dos por sus calidad arquitectónica y cultural. En primer lugar, el Museo del Futuro cuyo ícono ovalado de forma toroide y adornado con palabras en caligrafía árabe atrae de inmediato las miradas. El museo pretende ilustrar cómo será el mundo dentro de 50 años resaltando los grandes avances en ciencia y tecnología apoyados especialmente en la inteligencia artificial. Las áreas temáticas incluyen los viajes, la vida en el espacio, el medio ambiente, la salud y la espiritualidad, una experiencia real para vislumbrar el futuro con optimismo. “Ustedes van a Europa a aprender del pasado, aquí vienen a conocer el futuro”, afirma con convicción nuestro guía.
En segundo lugar, The Palm, la Palmera, por la espectacularidad de la construcción y el diseño arquitectónico que contiene un gran conjunto residencial, hoteles de lujo, centros comerciales y atracciones en una extensión de varios kilómetros en islas artificiales en forma de una gran palmera de cuyos brazos (o ramas) se desprenden avenidas rodeadas de suntuosas viviendas que limitan con las playas del océano. Hasta allí se llega desde Dubai en un monorriel en recorrido de 20 minutos sobre Jumeirai, hasta el Hotel Atlantis, final del camino. Desde el mirador (The View) ubicado a 240 metros de altura en el piso 52 del edificio se puede apreciar todo el proyecto y sus alrededores, además del paisaje de Dubai a lo lejos rodeado de la bruma producida por el vapor del caluroso ambiente. Magnífica experiencia que muestra lo que es posible hacer cuando la imaginación no tiene límites (y hay mucho dinero, claro).
Abu Dhabi, la capital de EAU, es la sede del gobierno y residencia del Gran Emir. Más conservadora y elegante refleja la dignidad y la opulencia que representa ser el más rico de los emiratos (posee el 9% de todas las reservas de petróleo del mundo). Situada a hora y media de Dubai por autopista, es más pequeña y tiene menos habitantes pues la inmigración es muy controlada por seguridad, no es una ciudad abierta al turismo masivo y mantiene las tradiciones propias del islam. Al igual que en Qatar la mayoría de la población proviene de inmigrantes especialmente asiáticos y africanos; cataríes y emiratíes rara vez se encuentran atendiendo el sector de servicios que está en manos de empleados extranjeros.
Abu Dhabi cuenta con cientos de edificios modernos de gran belleza y con espectaculares construcciones históricas y culturales, entre las que destaco por mencionar solo unas pocas, La Gran Mezquita Sheik Zayed, una de las más grandes del mundo, de inigualable belleza y riqueza de contenido de valor incalculable. La exquisitez de la decoración interior y exterior transporta al éxtasis místico a los visitantes. Visita imperdible.
El palacio presidencial Qasr al Watan tan bello y espectacular como la Gran Mezquita, se sitúa en un amplísimo espacio rodeado de jardines y amplios parqueaderos. El interior es de una riqueza impresionante que compite, sin exagerar, con los salones del Vaticano, con su gran cúpula y la fina decoración revestida de oro y los inmensos espacios con pisos del mármol más elegante que se puede encontrar. Una construcción que refleja el poder y la riqueza de una ciudad que comparte su influjo y su riqueza con los demás emiratos más pequeños y menos ricos.
Y por último, y muy importante, el Louvre de Abu Dhabi, museo que exhibe piezas del Louvre de París y de otros museos procedentes de todo el mundo, es el nuevo símbolo del poder y los logros de los EAU. La lluvia de luz que se trasluce de la cúpula al interior da inicio a las sensaciones derivadas de observar la magnífica arquitectura así como las colecciones exhibidas. El museo está rodeado de corredores que permiten pasear a su alrededor e inclusive tomar botes que hacen recorridos cortos en las cercanías. Una maravilla digna de conocer.
Separado tan solo por una calle, justo al lado de Dubai comienza abruptamente el emirato de Sharjah donde enseguida se aprecia la diferencia de las construcciones, algo más modestas y que, al igual que otros emiratos más pequeños, mantiene firmes las tradiciones y la fidelidad al islam sin excesos ni fanatismos. La carga de la productividad se reparte aquí de manera coordinada entre cada uno de los emiratos, dedicados el uno a las finanzas y al comercio, el otro al turismo, o a la agricultura, o al mantenimiento y explotación de los puertos, etc. en una perfecta organización de tipo federal que los convierte en una máquina productiva de gran eficiencia.
Tuvimos también la suerte de visitar Sarja y Fuyaira, pequeños emiratos con la autenticidad de las tradiciones que conocemos los aficionados a la literatura y a los viajes, sin la espectacularidad de las grandes ciudades, pero con el mismo impulso de progreso y bienestar.

Partimos al final de este viaje, con la alegría que ofrecen las nuevas experiencias y los aprendizajes que nos proporcionan para la vida. Al regreso de la visita surgen como balance de la misma reflexiones acerca de nuestro propio porvenir como nación.
¿Podremos algún día vivir en paz y aprovechar nuestra riqueza natural para el desarrollo y la prosperidad general de nuestra sociedad?
¿O simplemente el recuerdo se convertirá en un espejismo del desierto que jamás alcanzaremos?






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